El gran apagón eléctrico que dejó sin luz a España y Portugal durante varias horas ha encendido las alarmas entre la población y los expertos.
Lo que comenzó como una interrupción repentina del suministro se convirtió en uno de los mayores apagones de las últimas décadas, afectando a millones de personas, desde hogares hasta hospitales, estaciones de tren y servicios esenciales.
A pesar de que ya han pasado más de 14 días desde el incidente, las causas del apagón siguen sin estar claras.
Se manejan varias teorías. Una de ellas sugiere que el colapso se debió a una caída brusca del equilibrio entre la generación y la demanda eléctrica, provocada por una descarga masiva de energía renovable en el sistema.
Esta sobrecarga habría generado un «cero eléctrico», es decir, una caída total de la tensión, que activó los mecanismos de protección y desconectó automáticamente la red a nivel nacional. Otra línea de investigación contempla la posibilidad de una intrusión digital o ciberataque externo que haya afectado los sistemas de control.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció desde La Moncloa para dar explicaciones.
Confirmó que Red Eléctrica de España aún no ha sido capaz de determinar con exactitud cuándo volverá completamente la luz ni qué originó el fallo. Lo único confirmado es que se perdieron, en apenas cinco segundos, 15 gigavatios de energía, lo que representa alrededor del 60 % de la demanda total del país en ese momento.
“Algo así no había ocurrido nunca antes”, señaló el presidente, subrayando lo excepcional del evento.
La gran pregunta ahora es: ¿podría volver a suceder?
Según varios expertos, aunque las probabilidades son bajas, no se puede descartar del todo. Si el origen del fallo fue un error aislado, la posibilidad de que se repita es mínima.
Pero si se descubre que existe una vulnerabilidad estructural en la red eléctrica, las consecuencias podrían ser mucho más serias de lo que se pensaba.
Mientras tanto, el mensaje desde el Gobierno es de calma.
Aseguran que las infraestructuras son robustas y que se está trabajando para reforzar los protocolos de seguridad. Sin embargo, la incertidumbre persiste.
El desconocimiento de las causas reales del apagón preocupa tanto a ciudadanos como a técnicos del sector, que se preguntan si el sistema está realmente preparado para resistir otro evento similar.
El episodio ha dejado claro que, aunque avanzamos hacia un modelo energético más sostenible, también hay nuevos retos que deben abordarse con urgencia. Y lo más importante: garantizar que nunca más se repita un apagón de esta magnitud.
Además, este incidente ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar los protocolos de respuesta ante emergencias energéticas. Muchos ciudadanos reportaron no haber recibido información clara o inmediata durante las primeras horas del apagón, lo que generó confusión y ansiedad.
Esto evidencia una carencia en los sistemas de comunicación de crisis, tanto a nivel institucional como a nivel técnico.
Es esencial implementar sistemas de alerta temprana más eficaces que puedan ofrecer a la población información en tiempo real y recomendaciones precisas sobre cómo actuar ante una interrupción masiva del suministro eléctrico.